lunes, 16 de noviembre de 2020

El Castillo de Canterville

          Cuando llegaron, todo era normal, unas cuantas telarañas y hacía un
          poco de frío, pero cuando la hija del embajador, que era alta y guapa,
         estaba en su nueva habitación guardando la ropa de la maleta al armario,
         sintió un escalofrío y luego unas manos esqueléticas sobre sus hombros,
         y gritó. Salió toda la familia y hasta el momento no han vuelto a poner el pie                   
         en el lugar.
        Todo sigue allí intacto y se dice que se oyen murmullos de las criaturas                                               de esa casa las noches de luna llena.


No hay comentarios:

Publicar un comentario